lunes, 20 de julio de 2009

3. Los años no vienen solos (y la resaca tampoco)

El sábado a la noche fue una mezcla de todo.
Mi novio de la adolescencia (de ahora en más, SP) vino a comer a casa. Tomamos un Castell de ese que tanto me gusta, que pasa como agua. Hablamos, nos reímos. Quedé con Tortolitos en que nos veíamos más tarde. Vinieron pasadas las doce. Lo mismo Actor, el amigo de él. Todos en casa, en la cocina, tomando cosas ricas y espirituosas, hablando de la vida, riéndonos un montón.
A eso de las 4, arrancamos. SP a medio volcar, Tortolitos divertidos, y yo con una borrachera más que feliz, nos subimos al auto de Actor, que nos dejó en la puerta del bar al que vamos últimamente. Cola quilométirca. Nos vamos para otro lado. Caminata. Le mando un msj a E, o me manda él, no lo sé. Volvé que los hago entrar. Y pienso, ebria, en cuánto lo amo. Esperamos en la puerta unos minutos. Nos hacen pasar. Bebida espirituosa va, bebida espirituosa viene. Que meneo para allá, que meneo para allá. Pierdo la noción del tiempo y el espacio, y sólo somos Tortolitos, yo, E, un patovica, unas chicas lindas, los amigos de E, un flaco que me chamuya e intenta robarme un beso, y el chico de la barra. Todos los demás desaparecen. Bailo bailo bailo y soy feliz, la más feliz del planeta. Hablo con E, bailo, tomo, bailo, bailo, relojeo a E que está a unos metros, esquivo la boca del pibe que me está chamuyando, me río, bailo, soy realmente feliz.
Llego a casa y caigo desplomada en la cama, y totalmente ebria. Al rato llega E. Sólo recuerdo sensaciones, frases increíbles, e imágenes nuestras a las que no le encuentro explicación ergonométrica lógica.

Ayer domingo no me podía levantar. Entre los dos, no hacíamos uno. Si no hubiera sido porque yo tenía que almorzar con padre sí o sí, no me levantaba. Si no fuera porque tenía cosas que hacer, creo que E tampoco se levantaba. Volví a casa lo más rápido que pude y me acosté. No entré en razón hasta que ya era de noche otra vez. No me podría levantar de la cama del dolor que tenía en todo el cuerpo. Literalmente, no me podía levantar sin que me doliera cada uno de los músculos.

Hoy lunes, en la oficina, no sé cómo sentarme. Me sigue doliendo todo el cuerpo, y hasta la cabeza.

Los años no vienen solos, y la resaca tampoco. El cóctel limpiar todo el sábado+noche de amigos+alcohol+bailar descocadamente+tener sexo increible y descontrolado, a veces te deja peor de lo que te encontró esa necesidad de todas esas cosas.

Que fui feliz, fui muy feliz... después de estos últimos meses de tanta tristeza.

No hay comentarios: